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Salman Rushdie

La decadencia de Nerón Golden

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  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    ¿Quiénes somos ahora? Quién coño lo sabe.
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    Sé que las tormentas van a estar en el parte meteorológico para siempre y que los tiempos felices no van a volver y que la intolerancia es lo que se lleva y que el sistema está efectivamente amañado, aunque no de la forma en que el payaso malvado ha intentado hacernos creer. A veces los malos ganan, ¿y qué haces cuando el mundo en el que crees resulta ser una simple luna de papel y entonces asciende un planeta oscuro y dice: No, el mundo soy yo? ¿Cómo vives entre tus compatriotas cuando no sabes cuál de ellos o de ellas se cuenta entre los más de sesenta millones que han llevado al horror al poder, cuando no sabes a quién hay que contar entre los más de noventa millones que se encogieron de hombros y se quedaron en sus casas, o cuando otros americanos como tú te dicen que saber cosas es elitista y que ellos odian a las élites, mientras que lo único que has tenido tú en la vida es tu mente y te educaron para creer que el conocimiento era maravilloso, no esas chorradas de que el conocimiento es poder, sino que el conocimiento es belleza, y de pronto todo eso, la educación, el arte, la música y el cine, se convierte en razón para ser despreciado, y la criatura salida de Spiritus Mundi se levanta y se aleja encorvada hacia Washington D. C., para nacer.
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    Sé que después de la tormenta viene otra tormenta y luego otra.
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    te dicen que saber cosas es elitista y que ellos odian a las élites, mientras que lo único que has tenido tú en la vida es tu mente y te educaron para creer que el conocimiento era maravilloso, no esas chorradas de que el conocimiento es poder, sino que el conocimiento es belleza, y de pronto todo eso, la educación, el arte, la música y el cine, se convierte en razón para ser despreciado
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    En una de las burbujas, el Joker chillaba y las multitudes soltaban sus risas enlatadas a modo de respuesta. En aquella burbuja el clima no estaba cambiando y el final del casquete polar ártico no era más que una nueva oportunidad inmobiliaria. En aquella burbuja, los asesinos con armas de fuego estaban ejerciendo sus derechos constitucionales, pero los padres de los niños asesinados eran antiamericanos. Si los habitantes de aquella burbuja salían victoriosos, el presidente del país vecino del sur, que se dedicaba a mandar violadores y asesinos a América, estaría obligado a pagar un muro que separara a las dos naciones y mantuviera a los asesinos y violadores al sur de la frontera, que era donde tenían que estar; y el crimen se terminaría; y los enemigos del país serían derrotados al instante y de forma aplastante; y las deportaciones en masa irían muy bien; y se vería que las periodistas no eran de fiar porque les salía sangre del chirimbolo; y se revelaría que los padres de los héroes de guerra muertos trabajaban para el islam radical; y ya no habría que respetar los tratados internacionales; y Rusia sería nuestra amiga y no tendría nada que ver con el hecho de que fueran los oligarcas rusos quienes sostenían las turbias empresas del Joker; y los significados de las cosas cambiarían; se entendería que las bancarrotas múltiples proporcionaban una magnífica experiencia con los negocios; y se entendería que tener tres mil quinientos pleitos en tu contra demostraba que tenías visión de negocios; y que estafar a tus contratistas demostraba que eras un negociador con pelotas; y que tener una universidad corrupta demostraba que estabas comprometido con la educación; y la Segunda Enmienda sería sagrada pero la Primera no, de forma que quienes criticaban al líder sufrirían las consecuencias; y a los afroamericanos les tendría que parecer bien porque qué demonios tenían que perder. En aquella burbuja el conocimiento era ignorancia, arriba era abajo y la persona adecuada para tener los códigos nucleares en la mano era aquel risitas de boca pintarrajeada de rojo, piel blanca y pelo verde que en una ocasión le había preguntado cuatro veces a un equipo de militares que le estaban presentando su informe por qué era tan malo usar armas nucleares. En aquella burbuja, los naipes afilados como navajas eran graciosos, y las flores en la solapa que rociaban las caras de la gente con ácido eran graciosas, y desear poder acostarte con tu hija era gracioso, y el sarcasmo era gracioso aun cuando lo que se denominaba sarcasmo no era sarcástico, y mentir era gracioso, y el odio era gracioso, y la intolerancia era graciosa, y abusar de los débiles era gracioso, y el año era, o casi era, o pronto podía ser, si las bromas salían como pretendían, mil novecientos ochenta y cuatro
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    En aquella burbuja, los asesinos con armas de fuego estaban ejerciendo sus derechos constitucionales, pero los padres de los niños asesinados eran antiamericanos
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    El cuerpo entero nos cambia todo el tiempo. El pelo, la piel, todo. En ciclos de siete años, todas las células que nos componen son reemplazadas por otras. Cada siete años nos volvemos cien por cien distintos de quienes éramos. ¿Por qué no iba a ser el caso también con el yo? Ya casi hace siete años que me marché de aquí. Ya soy distinto.

    No estoy segura de que eso sea muy científico.

    No te estoy hablando de ciencia. Te estoy hablando del alma. Del alma, que no está hecha de células. Del fantasma en la máquina. Te estoy diciendo que, con el tiempo, ese fantasma se marcha y en su lugar viene otro.

    Así que dentro de siete años ya no sabré quién eres.

    Y yo no sabré quién eres tú. Tal vez tengamos que empezar de cero. Tal vez seamos inconstantes. Así es la vida.

    Tal vez.
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    —Verdad es un concepto muy del siglo XX. La cuestión es si puedo hacértelo creer, si puedo repetirlo las veces suficientes como para hacerlo pasar por verdadero. La cuestión es si puedo mentir mejor que la verdad. ¿Sabes qué dijo Abraham Lincoln? «Hay montones de citas inventadas en internet.» Tal vez deberíamos olvidarnos de hacer documentales. Tal vez deberíamos mezclar los géneros y ser un poco género queer. Tal vez la forma artística de hoy en día sea el falso documental. Le echo la culpa a Orson Welles.

    —El Mercury Theatre on the Air —le dije, uniéndome a la diversión—. La guerra de los mundos. La radio. De eso hace mucho tiempo. En aquella época la gente todavía creía en la verdad.

    —Inocentes —dijo—. Se creyeron a Orson. Todo empieza en alguna parte.

    —Y ahora el setenta y dos por ciento de los votantes republicanos creen que el presidente es musulmán.

    —Si ahora se presentara candidato a las presidenciales un gorila muerto del zoo de Cincinnati, se llevaría al menos un diez por ciento de los votos.

    —Ahora en Australia ya hay tanta gente que declara en el censo que su religión es «Jedi» que se ha vuelto oficial.

    —Ahora la única persona que crees que te está mintiendo es el experto que realmente sabe algo. Es a él a quien no hay que creer, porque él es la élite y las élites están contra el pueblo y quieren hundirlo. Conocer la verdad es ser elitista. Si dices que has visto la cara de Dios en una sandía, te creerá más gente que si encuentras el eslabón perdido, porque si eres un científico entonces eres elitista. La telerrealidad es falsa pero no es elitista, así que la gente se la cree. Las noticias, en cambio, son elitistas.

    —Yo no quiero ser elitista. ¿Lo soy?

    —Tienes que trabajar en ello. Tienes que volverte posfactual.

    —¿Eso es lo mismo que ficticio?

    —La ficción es elitista. Nadie se la cree. Lo posfactual es algo de circulación masiva, de la era de la información y generado por trolls. Es lo que quiere la gente.

    —Le echo la culpa a la «verdadoide». Le echo la culpa a Stephen Colbert.
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    ¿Sabes qué dijo Abraham Lincoln? «Hay montones de citas inventadas en internet.»
  • Ada Guzmánцитує2 роки тому
    Entendí entonces que la idea de que Petya vivía en una especie de infierno era justamente lo contrario de la realidad: una especie de infierno vivía en él
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