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Книжки
Annie Ernaux

La otra hija

  • Fer Silvaцитує10 місяців тому
    Para luchar contra la larga vida de los muertos.
  • Fer Silvaцитує10 місяців тому
    Solo existes a través de tu huella sobre la mía
  • Fer Silvaцитує10 місяців тому
    Pero ese dolor de ellos, durante mucho tiempo, lo oí sin identificarlo, lo conocí sin reconocerlo
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Evidentemente, esta carta no te está destinada, y tú no la leerás. Son los otros, lectores tan invisibles como tú cuando escribo, quienes la recibirán. Sin embargo, un fondo de pensamiento mágico en mí querría que, de manera inconcebible, analógica, te llegara como en otro tiempo me llegó a mí, un domingo de verano —puede que fuera el mismo domingo en que Pavese se suicidaba en una habitación de Turín—, la noticia de tu existencia por un relato del que tampoco yo era la destinataria
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Eres una forma de vacío imposible de colmar con la escritura.
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Eres una forma de vacío imposible de colmar con la escritura.
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Eres una forma de vacío imposible de colmar con la escritura.
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    No sé cuándo se escondieron tus fotos en el armario, y el libro de familia, guardado en una caja fuerte oxidada, en el desván, donde lo leí —tenía por entonces dieciocho años al menos— un día que me la encontré abierta. Cada semana, por turnos, iban al cementerio en bicicleta a llevar flores del jardín. A veces uno de ellos le preguntaba al otro, discretamente: «¿Has ido al cementerio?». Mucho antes de saber que volverían a Yvetot siete años más tarde, en 1945, allí —donde estaban casi todos los miembros de ambas familias— es donde quisieron inhumarte, no en Lillebonne, sin duda para que todos fueran a recogerse a menudo ante tu tumba.
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Escribirte es hablarte de ella sin parar; de ella, la detentora del relato, la enjuiciadora, con quien el combate nunca se detuvo, salvo al final, cuando se sentía tan miserable, tan perdida en su sinrazón que yo no quería que muriera.
  • Josué Osbourneцитує10 місяців тому
    Dos hijas, una muerta y otra que estuvo a punto de morir. Mientras vivió, mi madre, que era la vida misma en toda su exuberancia, me pareció portadora de muerte. Atraída por ella y atrayéndola. Hasta los catorce o quince años, creía vagamente que ella me dejaría morir como te dejó morir a ti. O bien que se dejaría morir a propósito, una especie de castigo general que incluiría a mi padre, como indicaba su «ya veréis cuando yo ya no esté aquí» en los días de gran enfado (pero puede que fuera una amenaza de abandono, de dejarnos para irse a vivir a otro lugar).
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