A raíz del bipedismo se desarrollan el resto de los aspectos que definen a los homininos: unas manos capaces de manipular y unas modificaciones del cráneo y del encéfalo que terminaran por ser la sede de la capacidad del lenguaje. Algo similar escribía Franz Weidenreich en 1945, en su libro Apes, Giants and Man: “A menos que todos los rasgos sean engañosos, el cambio en la locomoción y la correspondiente alteración en la organización del cuerpo son las especializaciones esenciales en la transformación de una forma prehumana a la forma humana”. Más recientemente, el equipo de Tim White confirma, a raíz de sus estudios en los fértiles yacimientos del Middle Awash de Etiopía, que la adopción del bipedismo y su asociación temporal con una progresiva modificación del complejo canino-premolar y reducción del tamaño de los caninos constituyen los rasgos definitorios del linaje humano.