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Laura Restrepo

Dulce Compania

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  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Donde mi hija se encuentra verdaderamente a gusto es en Galilea. Con Orlando y una olla sube al cerro a hacer comiditas en hoguera; juega y pelea en la calle con los otros niños; a veces se me pierde durante horas, hasta que la encuentro dormida frente al televisor de algún vecino. Quiero decir que afortunadamente los habitantes del barrio la ven como a un niño más. Pero al principio no fue así.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    láez. La cosa es que al nuevo párroco sólo le gustan las historias celestiales y doradas, y no quiere saber de nada, ni de nadie, que amarre al ángel de Galilea a esta tierra. Y menos si se trata de mujeres. Para creer en el ángel, la Iglesia tuvo que quitarle los afectos, la carne y los huesos, y convertirlo en una fábula sosa producida por su propia invención.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    La basílica se llama del Santo Ángel, y tiene al lado del altar la representación en yeso de un muchacho blanco y rubio, con un par de alas gigantes que lo bajan del cielo, bata corta de romano, manto carmesí, corona de oro falso y un pie enfundado en sandalia griega que aplasta sin asco a una mala bestia. Detrás de la estatua, una banda electrónica —como las que anuncian en MacDonald’s los precios de las hamburguesas— va soltando, letra por letra, en bombillitos rojos, la retahila de los diez mandamientos, los siete sacramentos y las obras de misericordia.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Me tiene prohibido publicar los cincuenta y tres cuadernos antes de la fecha de su propia muerte, con excepción de los seis fragmentos que, después de mucho rogarle, pude incluir hoy entre estas notas. Menos aún ha querido entregárselos a la Iglesia, a pesar de que el propio arzobispo de Santa Fe de Bogotá subió hasta su casa a reclamarlos. No a la misma casa de antes, a otra distinta, porque doña Ara se mudó siete cuadras más abajo.

    La casa anterior se volvió un santuario tan concurrido, que lo visitan hasta los presidenciables en campaña electoral.

    Por todo el cauce de la vieja calle de Barrio Bajo sube ahora una amplia escalinata de cemento, con kioscos a lado y lado donde se venden medallas, estampas, oraciones y toda suerte de recuerdos del ángel de Galilea, muy reconocido hoy día por sacristanes, obispos y demás jerarquías eclesiásticas. Lo que más se vende son unos relicarios que contienen trozos de su verdadera túnica, y cuero de sus sandalias. Falsas reliquias y falsa memoria de quien no tuvo en vida ni camisa ni zapatos.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Me tiene prohibido publicar los cincuenta y tres cuadernos antes de la fecha de su propia muerte, con excepción de los seis fragmentos que, después de mucho rogarle, pude incluir hoy entre estas notas.

    ¿esto qué?

  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Subo todas las semanas a Galilea, a acompañar a doña Ara y a llevarle de visita a la niña, a mi hija, que ya cumplió seis años.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Mujer: ponte de rodillas. Extiende los brazos, como ramas de árbol. Desocupa tu casa y abre la ventana, para que este desecho de arcángel, que huye espantadizo, entre sin miedo y encuentre un refugio donde pueda arder, secreto y discreto, como un fuego fatuo.

    Repite conmigo la letanía de Ambrosio, y sálvame de la nada: Non moritur Uriel! Non moritur Uriel! Non moritur Uriel!
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Se abatieron sobre mí las adversidades. El concilio de Laodicea, el sínodo de Soissons, el concilio germánico, resueltos a ganarme la contienda, reconocieron como nombres auténticos de ángeles sólo aquellos mencionados en las Escrituras, los cuales son únicamente tres, a saber, los de Gabriel, Rafael y Miguel, y en consecuencia sentenciaron que los demás eran apelativos de demonios, entre ellos el mío, Urielo, el cual cancelaron del conciliábulo de los cuatro mayores, y pusieron a encabezar el índice de los malditos, seguido por los de Ragüelo, Jubuelo, Jonia, Adimus, Tubuas, Sabaot, Simiel, Jejodielo, Sealtielo y Baraquielo.
  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    Él no le pertenecía a ninguno de nosotros, ni siquiera a Ara, y no era tanto que nos necesitara sino que nosotros, cada uno a su manera, nos aferrábamos a él. Aunque me doliera no debía confundirme: su destino no estaba, ni había estado nunca, en mis manos. Sólo él tenía claros sus caminos sobre la tierra y su empeño en recorrerlos ni me tenía como meta, ni se limitaba al alcance de mi voluntad.

    Yo aquí siento una contradicción argumental que sólo sirve para excusar a asu protagonista salvadora blanca.

  • Añita Piñaцитує10 місяців тому
    No era cierta la cómoda idea de que un rato antes, bajo la lluvia que empezaba a caer, yo hubiera tomado la serena decisión de olvidarme de mi amor.
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