La mayoría de los padres le daban la lata con conversaciones sobre sus retoños y sus notas, que siempre cuestionaban y encontraban injustas. Estos podían llegar a ser agotadores y en la actualidad era bastante raro que aceptaran una mala calificación, como quizá en los viejos tiempos, cuando se respetaba al profesor y el universo no giraba exclusivamente en torno a sus hijos.