—Me gustan las tormentas —comencé—. Truenos, lluvia torrencial, charcos, zapatos mojados. Cuando aparecen las nubes, me embarga una sensación de emoción.
«Sigue, Tate. —Me esforcé por imaginar que estaba hablando con mi padre o con mi abuela—. Sé natural.»
—Todo es más bonito bajo la lluvia, no me preguntes por qué. —Me encogí de hombros—. Pero es como si hubiera todo un reino de oportunidades. Antes me sentía como una superheroína pedaleando en la bici por las carreteras peligrosamente