Hasta comienzos del siglo xx, el esférico argentino, introducido en Buenos Aires en los años 1870 por inmigrantes ingleses, está dominado por clubes no profesiones de expatriados británicos que practican un fútbol rudo y físico, disciplinado y mecánico. Contrastando con esta britishness, un estilo verdaderamente argentino, que recibe el nombre de criollo, emergerá en los suburbios populares de la capital gracias sobre todo a la influencia de las sucesivas olas de inmigración obrera italiana y española.