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Teju Cole

  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Estos paseos, contrapunto a mis ajetreados días en el hospital, se dilataban constantemente y, como cada vez se extendían más, a menudo me encontraba muy lejos de casa bien avanzada la noche y por fuerza tenía que volver en metro.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Mientras esperaba a los raros escuadrones de gansos, a veces escuchaba la radio.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Bajando el volumen de los altavoces del ordenador, miraba afuera, acurrucado en el solaz que ofrecían las voces, y no me costaba comparar mi situación en un apartamento exiguo con la del presentador o la presentadora en su cabina radiofónica en lo que debía ser la medianoche de algún lugar de Europa.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Cuando se hacía de noche tomaba un libro y leía a la luz de una vieja lámpara de mesa que había rescatado de uno de los contenedores de la universidad; la bola de vidrio que encapuchaba la lamparilla teñía de una luz verdosa mis manos, el libro, el deslucido tapizado del sofá.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Aquel verano yo erraba de libro en libro: La cámara lúcida de Barthes, los Telegramas del alma de Peter Altenberg, El último amigo de Tahar Ben Jelloun entre otros.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Para Agustín, el peso y la vida interior de las frases se experimentaba mejor en voz alta, pero desde entonces nuestra idea de la lectura ha cambiado mucho. Hace demasiado tiempo que se nos enseña que la visión de un hombre hablando consigo mismo es un signo de excentricidad o de locura, hemos perdido totalmente el hábito de oír nuestras voces, como no sea en una conversación o protegida por una multitud vociferante.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Cada barrio de la ciudad parecía de una sustancia distinta, cada uno tenía una presión atmosférica diferente, su propia carga sicológica: las luces brillantes y las tiendas cerradas, los edificios de viviendas y los hoteles de lujo, las escaleras de incendio y los parques.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Las caminatas satisfacían una necesidad: eran un desahogo respecto de la estrecha regulación del medio mental del trabajo y, no bien descubrí su calidad terapéutica, se volvieron cosa normal y olvidé cómo había sido la vida antes de empezar a andar.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Ninguna decisión—dónde doblar a la izquierda, cuánto quedarse absorto frente a un edificio abandonado, ver el sol poniéndose en Nueva Jersey o bajar por la penumbra del East Side mirando hacia Queens— tenía consecuencias, y por esto mismo cada una era un recordatorio de libertad.
  • Sócrates Ramírezцитує9 місяців тому
    Ver grandes masas de gente corriendo hacia cámaras subterráneas siempre me resultaba extraño, y sentía que la raza humana entera, llevada por el contrarreflejo de una pulsión de muerte, se precipitaba en catacumbas móviles. Por encima del suelo yo estaba con otros miles, cada uno en soledad, pero en el metro, apretado contra extraños, empujándolos y empujado por ellos en disputas por espacio y por aire, todos poniendo en escena traumas inconfesados, la soledad se intensificaba.
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