Gustavo Adolfo Becquer

Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré á decir si bien ó mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme

A Dios, foco eterno y ardiente de hermosura, al que se vuelve con los ojos, como á un polo de amor, el sentimiento del alma.

De lo poco de vida que me resta

diera con gusto los mejores años,

por saber lo que a otros

de mí has hablado.

Y esta vida mortal y de la eterna

lo que me toque, si me toca algo,

por saber lo que a solas

de mí has pensado.

— LXIX —
Al brillar un relámpago nacemos

y aun dura su fulgor cuando morimos:

¡tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos

sombras de un sueño son que perseguimos:

¡despertar es morir!

hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio a algunos seres para hacerlos sus instrumentos en la tierra.

El amor es un caos de luz y de tinieblas

Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.

Crujen... crujen los huesos, y de sus médulas han de parecer que salen los alaridos; o esta otra: La cuerda aúlla sin discordar, el metal atruena sin ensordecer; por eso suena todo, y no se confunde nada, y todo es la Humanidad que solloza y gime; o la más original de todas, sin duda, recomendaba al pie del último versículo: Las notas son huesos cubiertos de carne; lumbre inextinguible, los cielos y su armonía... ¡fuerza!... fuerza y dulzura.

donde nace la cascada, que, después de estrellarse de peña en peña, forma el riachuelo que viene a bañar los muros de esta abadía.

donde nace la cascada, que, después de estrellarse de peña en peña, forma el riachuelo que viene a bañar los muros de esta abadía.