“Ten paciencia, niña, mucha paciencia”, me había dicho mi Nana sabiamente en aquel cuarto donde tía Mercedes exasperada me había mantenido hasta el momento de mi boda. “Tienes toda la vida por delante para decirle a este muchacho que lo amas. Lo importante es saber cuándo decírselo. Debes saber esperar ese momento; debes aprender a lograr ese momento…”.