En general, sin embargo, el corazón seguía siendo considerado el órgano más importante, quizá por su posición central dentro del cuerpo, o por la red de «canales» que lo rodea. La idea de que el corazón era donde habitaba el alma parecía extenderse desde el Antiguo Egipto hasta China, así como la idea de que, de algún modo, era un órgano ligado a la actividad mental.