xisten tres motivos por los cuales vivimos: el cuerpo, la mente y el alma. Ninguno de ellos es mejor o más puro que los demás, a pesar de que el mundo occidental, erróneamente, privilegie unos sobre otros; son todos igualmente deseables y ninguno de los tres —cuerpo, mente o alma— puede vivir plenamente si alguno de los otros es apartado de la vida y de la expresión plenas. No es correcto ni es noble vivir solamente por el alma y negar la mente o el cuerpo; y es erróneo vivir para el intelecto y negar el cuerpo o el alma. Cuando esto sucede, los resultados son perturbadores.