Julian Barnes

La parte más caliente de la llama no está dentro, sino fuera de ella, justo encima, de hecho. Está exactamente donde el fuego termina y empieza el humo.

Algunos hacen las dos cosas, dicen mentiras sinceras, que es lo que hacemos la mayoría. «Sí, me gusta el jazz», decimos, cuando queremos decir: «Contigo podría gustarme.»

Pero ¿acaso no queremos todos oír, una vez más, estas palabras sencillas: Aquí estoy yo, y aquí estás tú?

Algún inglés dijo una vez que el matrimonio es una larga comida insulsa en que te sirven primero el postre.

La historia no son las mentiras de los vencedores, como con mucha labia le aseguré una vez a Old Joe Hunt; ahora lo sé. Son más los recuerdos de los supervivientes, muchos de los cuales no son vencedores ni vencidos.

Se me ocurre que aquí puede residir una de las diferencias entre la juventud y la vejez: cuando somos jóvenes, nos inventamos futuros distintos para nosotros mismos; cuando somos viejos, inventamos pasados distintos para los demás

¿Qué sabía yo de la vida, yo que la había vivido con tanto cuidado? ¿Yo que no había ganado ni perdido, sino que me había conformado con dejarme vivir?

¿Cómo era la frase que Adrian solía citar?: «La historia es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la memoria topan con las deficiencias de documentación.»

que la historia que acontece delante de nuestras narices debería ser la más clara, y sin embargo es la más delicuescente

No hay nada malo en ser un genio que fascina a los jóvenes