Cecilia Eudave

La cocina estaba separada del mundo por un muro invisible de tristeza, por un compás de espera.

Tal vez da lo mismo, al final todos somos mundos buscando colapsar.

la inocencia prolongada, la ingenuidad perpetua, la bondad aparente no pueden ser otra cosa que la máscara de una perversa.

Si su respuesta es sí, lamento decirle: no hay nada por lo que valga la pena levantarse hoy. Pero si insiste, lo cual me parece muy honrable, hágase el favor de hacerlo todo bien para que mañana otro se despierte sabiendo que uno hizo lo posible.

cuando uno ya no siente amor, el odio no siempre es buen sustituto y nos derroca el sentido común y la razón.

El amor es pecata minuta, extravío, condena, cosa de uno.

Pero si la eternidad es una palabra que no acaba de entenderse, lo eterno es lo que se pasa de generación en generación, así nos perpetuamos como ideas benéficas o perversas. Después le van agregando de su cosecha, a su conveniencia, a sus nuevos estilos de vida.

Me pasé media vida cazando fantasmas. Buscando las razones por las cuales seguían aquí entre nosotros.

Los fantasmas son puros remordimientos, solo eso.

sino de las bacterias y los parásitos que habitan en el vientre, provocando insatisfacción y malestar emociona