La agricultura va mucho más allá del cultivo de alimentos y vivir de la tierra; es una conexión indudable con la historia de la humanidad y su desarrollo. El trabajo de la tierra, la relación con el entorno, la piedra, la carne o el fuego, el sudor, el agotamiento y el aire en la nuca, la madera, el viento, los dedos entumecidos, el sol, el agua, la vida y la muerte; tiene la inmensa capacidad de obligarnos a aceptar los eventos tal como se producen y a intentar ofrecer lo mejor de nosotros para que se desarrollen como uno espera. Nos ata, pero nos hace libres.