Marcos Gras

Me di cuenta que amo la poesía
como te amo a vos
a los chicos.
Hablar de ella
dormir con una palabra
de noche en la cabeza
siéndote infiel con un verso
amanecer con ganas de escribirla
de pronunciarla

un pasado que se nutre permanentemente del presente
y nosotros a la deriva
hacia el futuro

Porque escribir un poema es lo más parecido a tocarnos en la distancia.

las paredes son la memoria de las ciudades.

Y es que no creo en las despedidas y fundamentalmente no creo en
el adiós.
Prefiero el silencio y un abrazo; porque ese mudo gesto contiene un
hasta luego que es esperanzador.
Un continuará que me define.
El adiós es punto y final.
Una despedida sin reencuentro.

Trascender implica una ofrenda
Pero yo miro el fuego arder y no pienso en ese sacrificio
Sino en mi hija
Jugando en la galería
Ningún verso más bello que su risa
Ningún tratado más perfecto que su cabello
Ninguna creación que la supere
Juega y ríe
Ajena al mundo que la quiere abrazar en su fuego
Con la inocencia de lo que está predestinado a perdurar.
Lo mejor de mí ya no me pertenece.

Hablar de ella
dormir con una palabra
de noche en la cabeza
siéndote infiel con un verso
amanecer con ganas de escribirla
de pronunciarla
dejarla reposar y que fermente
que la más apta sobreviva

Mi poesía no proviene de Atenas
y yo soy el peor de los lobos de la jauría espartana.
En mi mundo solo el verso más apto sobrevive
y el resto desaparece
en el precipicio de mi olvido.