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Arthur Schnitzler

  • Diana Riveraцитуєторік
    ¡¿Había que jugársela siempre sólo por deber, por espíritu de sacrificio, y nunca por capricho, por pasión o, simplemente, para medirse con el Destino?!
  • Diana Riveraцитуєторік
    esquitándose así con aquella mujer, que con su sueño le había revelado que era infiel, cruel y traicionera, y a la que en aquel momento creía odiar más profundamente de lo que la había amado nunca.
  • Diana Riveraцитуєторік
    En el fondo de su alma había terminado con ella, cualquiera que fuera el curso que tomara su vida
  • Wilson Santosцитуєторік
    un soplo de aventura, libertad y peligro los había rozado
  • Wilson Santosцитуєторік
    De repente, sin embargo, sonrió, sonrió maravillosamente; había un saludo, sí, un guiño en sus ojos..., y al mismo tiempo una burla suave
  • Wilson Santosцитуєторік
    Fridolin estaba como borracho, no sólo de ella, de su cuerpo perfumado, de su boca al rojo, no sólo por la atmósfera de aquella sala, por los secretos voluptuosos que lo rodeaban...; estaba ebrio y sediento a la vez de todas las experiencias de aquella noche, ninguna de las cuales había terminado; de sí mismo, de su audacia, de la transformación que sentía en su interior.
  • Wilson Santosцитуєторік
    Una espada entre los dos, pensó, recordando una observación del mismo tipo, que una vez, en una ocasión análoga, había hecho él medio en broma.
  • Wilson Santosцитуєторік
    Así pues... me pareció vivir innumerables días y noches, no había tiempo ni espacio, tampoco me encontraba ya en el calvero rodeado por el bosque y la roca sino en una llanura de flores de colores que se extendía infinitamente, perdiéndose por todos los lados en el horizonte.
  • Wilson Santosцитуєторік
    Y lo mismo que yo te veía a ti, tú me veías a mí, y también al hombre que me tenía en sus brazos y a todas las demás parejas, aquella marea infinita de desnudez que espumaba a mi alrededor y de la que yo y el hombre que me tenía abrazada éramos sólo una ola.
  • Wilson Santosцитуєторік
    De qué forma, una y otra vez, seducidos por las palabras, calificamos y juzgamos calles, destinos y personas, por perezosa costumbre.
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