Kim Chae-won

Ella, que ya no existe, palpita de vida junto a mí. La veo, la siento y hasta creo tocarla.

Me limitan las palabras y me siento incapaz de expresar con exactitud lo que siento.

¿Qué lugar de este mundo podría contarse como especial?

Quizá la única capaz de desvestirnos, de desnudarnos de lo que somos, sea la muerte.

Nadie se libra de sí mismo mientras esté vivo, pero aun sabiéndolo, tampoco hay quien se atreva a matarse. Así es el ser humano.

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Palabra mágica para almas agotadas y sin esperanzas.

Nunca te he visto.
Lo único que hemos hecho durante casi diez años es escucharnos por teléfono.

un leve estremecimiento.
Eso es lo que siento por ti.

Pronto me di cuenta de que no sólo el cuerpo, sino también el espíritu, se desboca en una realidad de abismos empinados.

Y, sin embargo, no hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que no importa lo lejos que estemos, las muchas o pocas personas que conozcamos, pues el hecho sustancial es que nada cambia realmente, y lo que vivimos, sea en uno u otro lugar, es la misma materialidad de siempre: nuestro yo.