Marta Libedinsky

El problema de la “amnesia individual y colectiva respecto del historial de la práctica de la enseñanza” —como lo denomina el didacta L. Shulman (2005, p.16) sin eufemismos— junto a la percepción del problema denominado “presentismo”, tal como lo entiende Viñao Frago (1997, p. 18), como la predilección por lo fugaz, lo efímero, lo novedoso sin prestar atención a las historias. Para este último autor es preciso recuperar y reconstruir estas historias para no creer que “todo empieza hoy, aquí y conmigo”, desacreditando el tiempo pasado que prejuiciosamente se cree que “siempre fue peor”. En algunas ocasiones se llega a ignorarlo, “ningunearlo” (se diría en lenguaje coloquial), evitarlo, tratarlo con displicencia, desacreditarlo sin examinarlo previamente, descalificarlo sin evidencia alguna, o a considerarlo como parte de la “educación tradicional”, constructo por cierto de uso peyorativo y débil en su constitución y en su uso.

escuela modelo (1883) y Memorias de un pedagogo (1939).

e opone a edificios sombríos, a maestros pedantes e ignorantes que obligan con su férula a aprender de memoria “textos muertos y mortales” (Sluys, 1910)

Por una escuela viva

clases quizás más agradables que otras, al aire libre, pero igualmente serias, no improvisadas, sino que se realizan en forma planificada

imprenta/revista escolar, la correspondencia escolar motivada, el cálculo vivo, el texto libre, los planes de trabajo, la asamblea; con el propósito de conectar la vida en la escuela, la vida en la comunidad y en el hogar y distanciarse de este modo de la educación de corte enciclopedista (

. B. Zubiaur: “La verdadera escuela está en la sociedad, fuera, muy lejos de las áridas y lúgubres celdas de lo que equivocadamente se llama casa de educación, debiéndose decir más bien casa donde se forman teóricos, maniquíes, imbéciles o cretinos”

ecciones al aire libre”

Enseñar fuera del aula es un motivo de regocijado descanso en el trabajo mismo. Maestro y alumnos han enseñado y aprendido, han hecho obra útil frecuentemente con mayor intensidad que en el aula, y, sin embargo, les parece que no han trabajado. Es que el trabajo alegre constituye una causa de bienestar. No hay diversión superior a él

Hacer que los niños se encariñen con el estudio, uniendo amablemente lo que distrae con lo que enseña;