Isabel Alba

La esperanza es esa cosa con plumas

Que se posa en el alma,

Y canta una melodía sin palabras,

Y nunca se detiene del todo.2

EMILY DICKINSON

No. Quizá no. Quizá mejor no pintar nada. No se puede pintar una ausencia. Un vacío. Un hueco en el corazón.

Siempre le ha obsesionado el espacio. Tal y como lo ve ella, espacio y poder están estrechamente relacionados. El espacio del que dispone cada persona se corresponde con el poder que posee. «No hubo un confinamiento», piensa. Hubo muchos confinamientos

Dentro no es dentro

En el centro. Pegó

Navegaba a la deriva. Tan lejos

Haz barquitos de papel

Fue en agosto, durante la segunda ola, cuando cometió el error. Mostrarle la herida. Es lo que hizo. En agosto.

Ahí el error.

Ese mismo amigo (no han vuelto a verse desde aquel día de otoño) le dijo hace poco. Por WhatsApp. Cuando ella le reprochó que no pusiera cuidado en no contagiarse. En no contagiar. Que él no podía vivir la pandemia como ella. Que ni a él ni a los suyos les había pasado nada malo. Suponía, añadió, que si hubiera sufrido sería distinto.

Su amigo, el observador, hipersensible, empático y un poco brujo, se puso serio: los que no pueden pagarse una caña son mayoría. Pero no se les ve. No están en los bares. Están en casa, si es que aún no les han desahuciado.

La pecera

Hay que mirar más allá

Se acuerda

De la pareja de adolescentes que vio sentados en el único banco de su plaza. Uno al lado del otro. Con las mascarillas puestas. Deseándose y sin tocarse. Deseándose y sin besarse. Y de cómo ella pasó su pierna por encima de la de él. Y la dejó ahí. Mucho rato.

La ira es más llevadera que la tristeza. Piensa. Pero la impotencia extenúa.

Navega a la deriva

¿Cuánto tarda en hundirse un barquito de papel?

La pecera

A veces el agua es tan turbia que no deja ver

Soñó Que era de noche y dormía. La despertaba un ruido: alguien intentaba abrir la puerta de su casa. Se levantaba. Corría a echar la llave. A continuación, acercaba un ojo a la mirilla. Desde el otro lado. Otro ojo la miraba. Fijamente. Se despertó gritando de terror.

Cuando ella coge un libro no sólo lo lee, sino que lo mira. Lo que ve aporta sentido al texto: la tipografía, el tamaño de la letra, el interlineado. Una línea trazada en un papel le cuenta toda una historia: recta o curva. Firme y centrada. En un margen. Gruesa o fina. Nítida o borrosa. Y su color. No transmite lo mismo una línea rosa que una amarilla o morada. Por eso ella se hizo ilustradora. Porque no entiende otro lenguaje. Mirar. Aún hoy, para comprender una palabra tiene que cerrar los ojos un instante y verla dibujada, a color, en el interior oscuro de su cabeza.