Laberinto

  • Javier Rizzofernándezцитує3 місяці тому
    para Lao Tse, cuanto más vacíos estemos, mejor: si ya nos despertamos con muchos deseos, ropa que nos queremos poner, personas que queremos ver…, en fin, si luego pasa algo, ni siquiera nos daremos cuenta. Pero si nos despertamos vacíos, nos damos cuenta de todo. De los detalles, de las cosas pequeñas. Estar vacíos no significa que nos falte algo, sino que estamos abiertos, como una ventana. Abiertos a la luz, a la oscuridad y al aire, que tienen que entrar, salir y girar.
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    Yo creo que Dios no existe porque no tiene madre»
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    Aristóteles nos recuerda que: «Todos los hombres tienden naturalmente al saber. Pero algunos se detienen en la experiencia, mientras que otros alcanzan el verdadero saber, que consiste en el conocimiento de las causas»
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    conocer significa saber sostener nuestras tesis con argumentos que no se dejen socavar por razonamientos sofísticos
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    La filosofía nace distinguiéndose inmediatamente de la sofística, que engaña con falsos silogismos empleados para camuflar el engaño, y de la retórica, que, incitando los sentimientos, induce a creer por factores emotivos y no racionales. ¿Queremos proteger a los niños de
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    la identidad no es un dato de la naturaleza, sino el producto de un reconocimiento
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    la identidad no es un dato de la naturaleza
  • Fernanda Velazquezцитує2 роки тому
    , la identidad no es un dato de la naturaleza
  • alejandro carmonaцитує10 місяців тому
    ¿cóMO TENÍA QUE SER DE GRANDE UNA CIUDAD PARA LOS GRIEGOS?
    El filósofo griego Aristóteles tenía las ideas claras sobre cómo debía ser de grande la ciudad perfecta: sostenía que todos los ciudadanos debían conocerse entre ellos, al menos de vista. Si no era así, la ciudad había crecido demasiado.
  • alejandro carmonaцитує10 місяців тому
    Se intentó ajustar el calendario añadiendo o eliminando días, hasta que Julio César decidió resolver esta cuestión. Encargó a un astrónomo de su confianza elaborar un nuevo calendario, que entró en vigor en el año 46 d. C. Para recuperar los días que no aparecían en el pasado, aquel año duró 446 días, ganándose el nombre de «año de la confusión»...
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