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Dale Carnegie

  • Vero Rцитує2 роки тому
    Dice el Dr. Dewey que el impulso más profundo de la naturaleza humana es «el deseo de ser importante»
  • Vero Rцитуєторік
    hay un secreto del éxito, reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así como del propio.
  • A.цитує2 роки тому
    ¿Conoce usted a alguien a quien desearía modificar, y regular, y mejorar? ¡Bien! Espléndido. Yo estoy en su favor. Pero ¿por qué no empezar por usted mismo? Desde un punto de vista puramente egoísta, eso es mucho más provechoso que tratar de mejorar a los demás. Sí, y mucho menos peligroso.
  • A.цитує2 роки тому
    «No hablaré mal de hombre alguno —⁠dijo⁠— y de todos diré todo lo bueno que sepa».
  • Ayskelцитуєторік
    Esta es la técnica que emplea Lowell Thomas, y a fe mía que este hombre es un artista supremo en cuanto atañe a las relaciones humanas. Da coraje a los demás. Da confianza. Inspira valor y fe. Por ejemplo, pasé el fin de semana con él y su esposa, y el sábado por la noche se me pidió que participara de un amistoso juego de la canasta. ¿Canasta? ¿Yo? ¡Ah, no! ¡No, no! Yo no. Yo no sabía nada de este juego. Siempre había sido un misterio para mí. ¡No, no! ¡Imposible!

    —Pero Dale —dijo Lowell—, si no es un misterio. No se necesita más que buena memoria y buen juicio. Tú escribiste una vez un capítulo sobre la memoria. La canasta será cosa facilísima para ti. Tienes todas las condiciones para juzgarlo.

    Y sin tardanza, casi antes de saber lo que hacía, me encontré por primera vez ante una mesa de canasta.

    Todo porque se me decía que tenía dotes naturales para el juego, y así se me hizo considerar que me sería fácil.
  • Ayskelцитуєторік
    Si quiere ayudar a los otros a mejorar, recuerde la…

    REGLA 8

    Aliente a la otra persona. Haga que los errores parezcan fáciles de corregir.
  • Ayskelцитуєторік
    Después trató de vender carbón, y fracasó. Después trató de vender café, y fracasó.

    Jamás pensó, en esos días, en enseñar canasta. No solamente era un mal jugador sino también muy terco. Hacía tantas preguntas y efectuaba tantos estudios de cada partido después de hecho, que nadie quería jugar con él.

    Pero conoció a una bella jugadora, Josephine Dillon, se enamoró y se casó con ella. Josephine notó con cuánto cuidado analizaba Culbertson sus cartas, y lo persuadió de que era un genio en potencia. Este aliento, me ha dicho Culbertson, fue lo que lo llevó a hacer de la canasta una profesión.

    Clarence M. Jones, uno de los instructores de nuestro curso en Cincinnati, Ohio, contó cómo el elogio, y el hacer que los defectos fueran fáciles de corregir, cambiaron completamente la vida de su hijo David:

    —En 1970 mi hijo David, que tenía quince años, vino a vivir conmigo a Cincinnati. Su vida no había sido fácil. En 1958 se rompió la cabeza en un accidente automovi lístico, y quedó con una fea cicatriz en la frente. En 1960 su madre y yo nos divorciamos, y ella lo llevó a Dallas, Texas. Hasta los quince años había pasado la mayor parte de su vida escolar en clases especiales para aprendizaje lento. Posiblemente en razón de su cicatriz, los directores escolares habían decidido que tenía una lesión cerebral y no podía funcionar a nivel normal. Estaba dos años por debajo del nivel de su grupo de edad, por lo que sólo había alcanzado el séptimo grado. Pero no sabía las tablas de multiplicar, sumaba con los dedos, y apenas si podía leer.

    Había un punto positivo: le gustaba trabajar con aparatos de radio y televisión. Quería llegar a ser técnico de televisión. Lo alenté en este punto, y le recordé que necesitaría saber bastante de matemáticas para ese tipo de estudios. Decidí ayudarlo a mejorar en esa materia. Compramos cuatro series de tarjetas de ejercicios: multiplicación, división, suma y resta. Cuando íbamos sacando las tarjetas, yo ponía las respuestas correctas en una pila a un costado. Cuando David se equivocaba, le explicaba cuál era la respuesta acertada y volvía a poner la tarjeta en el montón a sacar, y así seguíamos hasta que no quedaba ninguna. Yo celebraba ruidosamente cada tarjeta que acertaba, sobre todo si se había equivocado en una antes. Todas las noches hacíamos de esa manera con todas las tarjetas. Yo siempre controlaba el tiempo con un cronómetro.
  • Ayskelцитуєторік
    Es más probable que la gente haga lo que usted sugiere cuando se usa la…

    REGLA 9

    Procure que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que usted sugiere.

    En pocas palabras,

    SEA UN LIDER:

    El trabajo de un líder consiste, entre otras cosas, en cambiar la actitud y conducta de su gente. Algunas sugerencias para lograrlo:

    REGLA 1

    Empiece con elogio y aprecio sincero.

    REGLA 2

    Llame la atención sobre los errores de los demás indirectamente.

    REGLA 3

    Hable de sus propios errores antes de criticar los de los demás.

    REGLA 4

    Haga preguntas en vez de dar órdenes.

    REGLA 5

    Permita que la otra persona salve su propio prestigio.

    REGLA 6

    Elogie el más pequeño progreso y, además, cada progreso. Sea «caluroso en su aprobación y generoso en sus elogios».

    REGLA 7

    Atribuya a la otra persona una buena reputación para que se interese en mantenerla.

    REGLA 8

    Aliente a la otra persona. Haga que los errores parezcan fáciles de corregir.

    REGLA 9

    Procure que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que usted sugiere.
  • Ayskelцитуєторік
    Pero unos pocos años en la brega de los negocios y la vida profesional les causaron aguda decepción.

    Vieron que algunos de los mayores triunfos correspondían, en la vida de los negocios, a hombres que además de sus conocimientos poseían la capacidad de hablar bien, de conquistar gentes a su manera de pensar, y de «vender» sus personalidades y sus ideas.

    Pronto descubrieron que si se quiere ser capitán y dirigir la nave de los negocios, la personalidad y la facilidad de palabra son más importantes que el conocimiento de los verbos latinos o un diploma de Harvard.
  • Rodrigo Mirandaцитуєторік
    Todos los hombres tienen temores, pero los valientes los olvidan y van adelante, a veces hasta la muerte, pero siempre hasta la victoria." Ese era el lema de la Guardia Real en la antigua Grecia. Qué mayor desafío puede ofrecerse que la oportunidad de superar estos temores.
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