Yo estaba como en trance, fascinado por descubrir a otra persona, a Ezequiel, mi hermano. Sé que todo esto puede sonar extraño, pero era exactamente eso, un descubrimiento. Con el agregado de que hablábamos de cosas relacionadas con mi familia, que yo ni siquiera me animaba a pensar. Repasándolo, a la luz de los años, como lo he hecho tantas veces desde que Ezequiel murió, cada momento desde que fui a su casa a pedirle explicaciones hasta la última vez que lo vi, me doy cuenta de que muchas de las cosas de las que hablamos eran tan simples, que tal vez no merecieran mayores comentarios. Pero para mí eran algo así como la verdad revelada. Como pensar el mundo por primera vez. Así lo viví yo. Así lo vivía esa tarde de diciembre hasta que llegó Mariano.