LE DIMOS AL MOVIMIENTO PRIORIDAD SOBRE TODAS LAS COSAS. Es necesario tomar el asunto al pie de la letra. Si haces del movimiento una obligación que se extiende a todo lo existente, lo encontrarás marcando cada capa de la experiencia, desde las más simples a las más complejas: es inútil pretender luego que tu hijo haga solo una cosa a la vez, que el trabajo fijo siga siendo una prioridad, y que la verdad se encuentre donde la dejaste la tarde anterior. Todo lo que para obtener un sentido necesita la firmeza de una inmovilidad termina apestando a siglo XX y, por tanto, pareciendo vagamente siniestro. Por eso privilegiamos sistemas que generan movimiento e impiden que las cosas se pudran en la inmovilidad. Hemos llegado al punto de valorar las cosas por su capacidad de generar o albergar movimiento. Y no hay verdad ni maravilla que no resulte inútil, a nuestros ojos, si no es capaz de entrar en la corriente de algún significativo flujo colectivo.