De adolescente le ocurrieron algunas cosas misteriosas que cambiaron radicalmente su vida. Por ejemplo, un día corría hacia el tranvía pero no se percató de un coche que llegaba a alta velocidad. Paralizada por el miedo sintió de repente que dos manos la levantaban. El conductor del tranvía comentó después que nunca había visto a nadie saltar tan alto. Después de unos acontecimientos semejantes, Rita decidió tomarse en serio su relación con Dios y finalmente descubrió su vocación a la vida religiosa. Se hizo monja franciscana del Santísimo Sacramento en 1944, con el nombre de María Angélica de la Anunciación.