Elvira Calvo Cabañas

Es una locura

despertar a tu lado

como un recién nacido

con los ojos ciegos

y la boca hambrienta

En ese instante en el que el mundo

es un centímetro de piel hecho nudo en el tiempo.

La noche en mi ceguera, amor, te está mirando.

el maullar blanco de algún beso sin fondo.

Bajo la permeable oscuridad del campo

qué podían ver los ojos,

qué resplandor haría verbo,

qué lengua, claridad, dibuja tu nombre.

tras el cuerpo que te arrastra y te hace mío;

La contradicción de tu boca

me trae un beso distraído.

Agradecida la caricia

-digamos bien intencionada-

que a tus carnes sorprende.

Tu voz sostenida

en una pizca de viento

a miles de kilómetros

Poner en mi mano

la mejilla soñada

de tu rostro

sintiendo los años

-digo o quiero decir-

lamentando.

Sintiendo cada día

la ausencia de tu aliento.

La tierra es tan pequeña

como tu ojo infantil

que me habla de dragones.

Hoy ya no concibo

más que el paisaje de tu boca,

ilusionada de tanto cielo.

Todo pierde sentido

si tú duermes.