Ana Inés Fernández y Hugo Labravo, por la traducción
Fernandoцитує2 роки тому
—Lo siento —dijo Maybury—, pero tengo que hablarle a mi esposa. Se va a volver loca de la preocupación.
—No lo creo, señor Maybury —dijo Falkner sonriendo—. Preocupada, esperemos, pero loca, no.
Fernandoцитує2 роки тому
los gritos se detuvieron en un gorgoteo macabro, como si quien se lamentaba hubiera vomitado copiosamente y luego se hubiera desmayado, o como si su sufrimiento hubiera encontrado por fin la misericordia de la muerte.