Pensar significa establecer conexiones en el cerebro. Cuanto más ordenados estén los datos y menos aleatorias sean las conexiones entre sí, en la medida en que pueden constituir patrones, más fácil resulta almacenarlos en la mente, transmitirlos a otra persona, anotarlos en un libro. Según Taleb, necesitamos lo tangible, lo evidente, lo que salta a la vista, lo cautivador, lo romántico. No estamos hechos para lo abstracto. El problema es que al ser de esta manera cometemos un error de pensamiento. La clasificación solo puede realizarse a posteriori. Mirando en retrospectiva decimos esto o aquello tenía que suceder, la Revolución Francesa, la Primera Guerra Mundial tenía que estallar porque sucedió esto o lo otro... Solo que cuando ocurrió, nadie vio lo que se avecinaba. Desde el 11 de septiembre todo el mundo puede explicar el fenómeno del terrorismo islámico. El 10 de septiembre apenas había quien pudiera hacerlo. Esto significa, entre otras cosas, que no tenemos ni la más remota idea de cómo vamos a ser juzgados un día por futuras generaciones.