Han pasado cinco siglos del “acontecimiento guadalupano” y aún hoy la ciencia no encuentra respuestas a un hecho que marcó el origen del cristianismo en América. En la tilma que llevó el indio están los signos más contundentes de esta aparición mariana, que nos sigue deslumbrando.
En su rostro mestizo, Nuestra Señora de Guadalupe nos enseña que la unidad de los pueblos es posible y nos dice, como lo hizo con Juan Diego: «Que no se turbe tu corazón. ¿No estoy acaso yo aquí presente, yo que soy tu Madre?».
En sus palabras reconocemos una vez más la ternura de la Madre, que acompaña nuestro peregrinar en la Tierra.
Con esta colección, María en el mundo, queremos difundir diversas apariciones y advocaciones de la Madre de Dios, que con su presencia silenciosa se hace cercana a nosotros, sus hijos.