Los libertarios, en síntesis, deben ganarse a las mayorías, saqueadas por una alianza profana de liberales corporativos de grandes empresas y élites de los medios de comunicación, que ha creado una subclase que se alimenta del esfuerzo de los trabajadores y las clases medias estadounidenses. Los libertarios debían abandonar los esfuerzos perdidos de ganar a los yuppies –los votos del Partido Libertario rondan el 1%– e ir al pueblo. Para ello Rothbard enarbola un programa de ocho puntos:
Reducir drásticamente los impuestos.
Desmantelar el Estado de bienestar.
Abolir privilegios raciales y de grupo.
Recuperar las calles: aplastar a los criminales.
Recuperar las calles: deshacerse de los vagos.
Abolir la Reserva Federal: atacar a los banqueros criminales.
Primero los Estados Unidos.
Defender los valores familiares.