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Sarah Maclean

Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja

  • Catalina Villagraцитує5 місяців тому
    «Si yo soy una emperatriz, él es el único hombre digno de ser mi emperador».
  • Victoriaцитує10 місяців тому
    Maldición, si hubiera sabido cómo sería la soltería, me habría casado con el primero que se me declaró.
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —¿Sabías que la primera vez que me llamaste emperatriz fue aquí? ¿En este jardín?

    Él arqueó una ceja y ladeó la cabeza, intentando hacer memoria.

    —¿De veras?

    Ella escapó de sus brazos y se volvió de nuevo hacia la fuente.

    —Fue hace diez años. Yo había salido para esconderme en el laberinto, desesperada por escapar del fracaso que estaba resultando mi primera temporada. Tú estabas aquí. —Callie pasó los dedos por el agua lentamente mientras pensaba en aquella noche, hacía tanto—. Las palabras que me dijiste consiguieron que solo pudiera pensar en ti durante toda una década.

    La besó otra vez, centrándose en su voluptuoso labio inferior hasta que ella suspiró.

    —Pienso conseguir que pienses solo en mí durante mucho más tiempo —aseguró. Entonces le capturó la mano y le besó las puntas de los dedos—. Aunque sé que debería lamentar los años que has pasado esperándome, confieso que estoy encantado de que esperases hasta que abriera los ojos y, por fin, te viera, cariño. —La volvió a apretar entre sus brazos—. Pero me siento muy frustrado por no haberlo hecho antes… Podríamos llevar ya una década de felicidad y haber tenido un montón de críos que probaran nuestro amor.

    —Y dos cicatrices menos.

    Él se rió.

    —En efecto, diablillo.
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —Creo que te he amado durante toda mi vida.

    Los ojos azules de Gabriel brillaron bajo la luz plateada de la luna.

    —Y yo te amaré durante el resto de la mía, emperatriz
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —En efecto. Jamás he llegado a darte las gracias por conseguir que se quedara con nosotros.

    —No puedo imaginar que ninguna mujer, incluso aunque sea tu hermana, quiera abandonarte una vez que te ha conocido, Gabriel. —Sonrió mirando aquellos vibrantes ojos azules—. A pesar de que me temo que vas a tener que conformarte conmigo.

    —Excelente —murmuró contra sus labios—. Porque jamás permitiré que me dejes.
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    No sabía qué esperar cuando ese lacayo me ha entregado la invitación a una escandalosa cita clandestina. —Le puso los labios en la nuca y le lamió la piel, haciendo que un escalofrío recorriera la columna de Callie; una sensación bienvenida en la calurosa noche—. Eres todo un peligro para mi reputación, lady Ralston.

    Ella suspiró de placer por la caricia antes de responder.

    —Se te olvida, milord, que todo lo que sé lo he aprendido de ti. —Callie se giró en sus brazos y le metió los dedos entre los espesos cabellos mientras buscaba su sonriente mirada—. Me has convertido en una auténtica libertina.
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —Por supuesto. ¿Te das cuenta de lo que ocurrirá cuando acabemos con todos los puntos?

    Ralston entrecerró los ojos.

    —¿Qué ocurrirá?

    —Tendré que empezar una lista nueva.

    Él gimió.

    —No, Callie. Se han acabado las listas. Es un milagro que haya sobrevivido a esta.

    —Mi nueva lista solo tiene un punto.

    —Hummm, me parece que se trata de una lista muy peligrosa.

    —Oh, lo es —convino ella con una sonrisa de felicidad—. Es muy peligrosa, en particular para tu reputación.

    —¿De qué trata ese punto? —indagó, lleno de curiosidad.

    —Reformar a un granuja
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —De veras. Sin embargo, hay una cosa que…

    —Dime lo que sea. —A ella no le importaba lo que él quisiera con tal de que fuera cierto que estaba enamorado de ella.

    —¡Nick! —llamó a su gemelo—. ¿Te importaría traerme mi pistola? —añadió cuando se acercó su hermano—. Callie la necesita.

    Callie estalló en carcajadas, comprendiendo su intención al instante, y el ruido reclamó la atención de los demás hombres.

    —¡Gabriel, no!

    —Oh, claro que sí, mi diablillo —dijo él con la voz teñida de humor y amor—. Quiero acabar con esa condenada lista de una vez por todas. Es un peligro para tu reputación y, evidentemente, para mi persona. Y, como esta mañana ya has tachado uno de los puntos que quedaban: asistir a un duelo, confío en que podamos matar dos pájaros de un tiro y darte la oportunidad de disparar un arma ¿no crees?
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —Yo… Tú… ¿Estás seguro? —farfulló, negándose a apartar la mirada de él.

    Él curvó los labios.

    —Segurísimo. Te amo. Y me voy a pasar el resto de mi vida demostrándotelo
  • Elena Herperцитує3 роки тому
    —¿Perdón? —susurró.

    —Te amo. Amo tu extravagante nombre, tu hermosa cara y tu mente despierta; tu ridícula lista y tu inclinación por la aventura, algo que, imagino, sí será la causa real de mi muerte. Y tenía intención de decírtelo mucho antes de que me alcanzaran en el brazo.
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