Y también lo más violento de la felicidad

porque aunque Dios no quiera bendecirme, todavía es capaz de maldecirme.

–¿Cómo que las estatuas van a resucitar?

–Van a resucitar, todas al mismo tiempo, como en esa película en que lo congelado se descongela; pero va a ser más rápido, se van a sacudir de un sólo tirón y listo, y van a empezar a caminar por la calle, como todo el mundo.

–Pero nunca estuvieron vivas.

–Pero son como una huella de alguien que sí estuvo vivo.

Me empieza a dar una risa. La misma que tuve en el terremoto del año pasado cuando el cielo parecía estar cruzado por un sólo relámpago que iba cambiando de color y entonces la noche se veía blanca, se veía morada, se veía azul, tenía el color de la llama de un fósforo, una llama inmensa y yo en medio de ella preguntándome ¿será este el Fin de los Tiempos?

improviso y el mundo va a quedar en un caos. Los aviones que tienen pilotos cristianos se van a caer, los autos con conductores cristianos van perder el control y van a chocar; y los justos vamos a estar vestidos de blanco en el aire, llenos de luz, con el Señor, cantando.

Señales antes del fin

-Existencia de carros de fuego (autos)

-Existencia de códigos de barra

-Existencia de moneda única (antesala: Euro)

-Pacto de paz entre Israel y Palestina (aún no se da)

-Paz política mundial (aún no se da)

-Gran apostasía (evidente)

Pero Internet es del mundo y el Rapto es de Dios.

aunque Dios no quiera bendecirme, todavía es capaz de maldecirme.

Aunque a veces pensaba que debía ser buena esa soledad en el mundo, sin mis papás. Sin ella. Sin tener que ser hija. Sin tener que ser hermana.

a ella le importaba todo lo que pasaba justo antes del Rapto y a mí me intrigaba más lo que venía después.

Cuando se acerque el Fin de los Tiempos, Jesucristo va a venir a llevarse a su iglesia.