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Suzanne Collins

En Llamas

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  • Alison Reynosoцитує4 роки тому
    Yo soy el sinsajo. La que sobrevivió a pesar de los planes del Capitolio, el símbolo de la rebelión.
  • Alison Reynosoцитує4 роки тому
    —Debe de ser un sistema muy frágil, si un puñado de bayas puede hacer que se derrumbe.
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    Me rindo. Dejo de hablar, de responder, de comer y beber. Pueden meterme lo que quieran por el brazo, pero hace falta más que eso para mantener con vida a una persona que ha perdido las ganas de vivir. Incluso se me ocurre la extraña idea de que, si muero, quizá Peeta pueda vivir. No en libertad, sino como avox o algo, de criado de los futuros tributos del Distrito 12. Después puede que encuentre la forma de escapar. De hecho, mi muerte todavía podría salvarlo.

    Si no es así, da igual, me basta con morir por despecho, por castigar a Haymitch; precisamente él entre todas las personas de este mundo podrido ha sido el que nos ha convertido a Peeta y a mí en piezas de los Juegos. Confiaba en él. Puse en sus manos todo lo que me importaba, y él me ha traicionado.

    «¿Ves? Por eso nadie te deja organizar los planes», me dijo.

    Es cierto, nadie en su sano juicio me dejaría organizar los planes, porque está claro que no sé distinguir a los amigos de los enemigos.
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    —¡Katniss! —aúlla la voz de Peeta, aunque esta vez no contesto. Beetee todavía respira débilmente detrás de mí; los dos moriremos pronto. Finnick y Enobaria morirán. Peeta está vivo. Han sonado dos cañones. Brutus, Johanna, Chaff. Dos de ellos están muertos, lo que le deja a Peeta un solo tributo que matar, y eso es todo lo que puedo hacer. Un enemigo
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    Tengo la perla, eso sí, guardada en un paracaídas atado a la cintura, con la espita y la medicina. Espero que llegue al Distrito 12.

    Seguro que Prim y mi madre sabrán que deben devolvérsela a Peeta antes de enterrarme
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    Peeta limpia la perla en el agua y me la da.

    —Para ti.
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    Sin embargo, no sé por qué, pero no cuestiona mi afirmación.

    Pues porque sino se delataría a sí mismo

  • b7821221958цитує5 місяців тому
    Empiezo a dormirme e intento imaginarme ese mundo, en algún momento del futuro, sin Juegos, ni Capitolio. Un lugar como el prado de la canción que le canté a Rue mientras moría. Un lugar donde el hijo de Peeta esté a salvo.
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    —Vas a ser una gran madre, ¿sabes? —me dice. Después me da un último beso y vuelve con Finnick
  • b7821221958цитує5 місяців тому
    —Yo —respondo—, yo te necesito. —Él parece enfadado y respira hondo, como si fuese a empezar un largo discurso, y eso no está bien, no está nada bien, porque empezará a hablar sobre Prim, mi madre y todo lo demás, y me confundirá. Así que, antes de que pueda hablar, lo silencio con un beso.

    Vuelvo a sentir lo mismo, lo que solo había sentido en una ocasión, en la cueva, el año pasado, cuando intentaba que Haymitch nos enviase comida. He besado a Peeta unas mil veces, tanto en los Juegos como después, pero solo hubo un beso que despertase un cosquilleo en mi interior, solo un beso que me hiciera desear más. Sin embargo, la herida de la cabeza empezó a sangrar y él me obligó a tumbarme.

    Esta vez no hay nada que nos interrumpa, salvo nosotros mismos. Y, después de unos cuantos intentos, Peeta se rinde y deja de hablar. La sensación de mi interior se hace más cálida, surge de mi pecho y se extiende por todo el cuerpo, por brazos y piernas hasta llegar a las puntas de los dedos. En vez de satisfacerme, los besos tienen un efecto contrario, aumentan la necesidad. Creía que era una experta en hambre, pero se trata de hambre completamente distinto
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