Cuentos memorables según Jorge Luis Borges

Poseía muchos libros, pero rara vez los utilizaba.

—Alguna vez ha de acabar esto —dijo ella—. La vida no es eterna: moriremos al fin.

—¿Moriremos? Hemos muerto ya. ¿No sabes qué es esto y dónde estamos? Esta es la muerte, Enriqueta. Somos muertos. Estamos en el infierno.

Crees que lo pasado afecta lo futuro. ¿No se te ocurrió nunca pensar que lo futuro pueda afectar lo pasado?

¿No se te ocurrió nunca pensar que lo futuro pueda afectar lo pasado?

Pasaron quince años

—Volverá en tres meses. Puedo vivir tres meses más —se decía.

Pero no volvió nunca.

Al fondo del parterre había un seto de alheñas cortado por un amplio pasaje. Ella sabía a quién hallaría más allá, en el huerto: su madre, que la alzaría en brazos para que jugara con las duras bolas rojas que eran las manzanas colgando de su árbol. Había ido ya hasta su más lejano recuerdo, no había nada más atrás

Se dijo que ahora estaría segura. Tan lejos había retrocedido que había llegado a ser niña otra vez. Ser inocente sin ningún recuerdo, con la mente en blanco, era estar segura al fin.

—Esto no es lo peor. No estamos plenamente muertos aún, mientras tengamos fuerzas para volvernos y huirnos, mientras podamos ocultarnos en el recuerdo. Pero pronto habremos llegado al más lejano recuerdo, y ya no habrá nada, más allá, y no habrá otro recuerdo que éste.

de eso. Crees que lo pasado afecta lo futuro. ¿No se te ocurrió nunca pensar que lo futuro pueda afectar lo pasado?