Roberto, joven mestizo de la costa de Guatemala, lleva una vida paralela a la de Benito Xocop, quien nace en el altiplano. El camino de formación de ambos es completamente diferente, aunque habiten el mismo espacio geográfico. Roberto sigue la escolaridad de cualquier occidental; Benito es un iniciado a los misterios de la sabiduría maya. El relato sigue a ambos en sus primeras experiencias de vida, hasta que la casualidad los junta por primera vez. En Roberto nace una simpatía por el mundo indígena, y un respeto por la rebeldía de Benito. Llegados a la edad adulta, cada quien sigue su destino. Benito encabeza una rebelión indígena ahogada en sangre y termina en la cárcel. Roberto se inicia en la escritura y el periodismo. La segunda vez que se encuentran será cuando Roberto decidirá contar la masacre de San Andrés en el periódico. Para ello, entrevista a Benito. Por esa entrevista, Roberto comprende que vive en un mundo aparte al de los indígenas y que las posibilidades de comprenderse unos a otros están obstaculizados por las diferencias entre culturas. La novela apuesta su eficacia a la magia del mundo maya y a la magia del lenguaje; descubre mundos, modos de pensar, de curar, de amar. Un nuevo universo se abre a los ojos del lector.
