Corridos tumbados

La colonización del mundo de vida por el mundo sistémico (Habermas, 1999) refiere a la penetración de las industrias culturales y los medios de comunicación masiva en los ámbitos privados y las vidas cotidianas de la población, influyendo en sus deseos y aspiraciones desde códigos banales y consumistas.

Desmontar el culto a los narcos solo se logrará cuando desaparezca la profunda desigualdad social y la pobreza no se tapice sobre los sueños de las grandes mayorías; cuando la justicia se siente entre nosotros, como decía Rosario Castellanos en su memorial de Tlatelolco

Las letras del trap y los tumbados son egocéntricas, pues se preocupan solo del éxito propio, del rápido ascenso a la fama del artista y de cómo este ha logrado ganar la partida capitalista: «Tengo, luego existo».

Uno de los códigos para interpretar el movimiento cultural que enmarca a los corridos tumbados y belicones es que insufla, aprovecha y canaliza las frustraciones y anhelos aspiracionistas de millones de jóvenes que se identifican en los juegos de poder, consumo y posesión representados en narrativas que conforman una escalera al cielo desde ámbitos cotidianos precarizados y por canales cerrados de (in)movilidad. Son millones de personas proscritas del acceso a los añorados y cuasi mágicos estilos consumistas que imantan sueños y voluntades juveniles, aun cuando sepan que no llegarán a esos lugares celestiales

«Dijeron que no lo iba a lograr» es una historia de superación económica y laboral a través del crimen, que, sin embargo, miles de jóvenes mexicanos y latinos resignificaron de forma positiva. A partir de mayo del 2023, al terminar las clases empezaron a surgir videos en TikTok adornados con trozos del corrido. Contrario a lo que pudiera pensarse, este tema se hizo viral en esa red social, que mostró grabaciones de jóvenes mujeres y hombres mexicanos (y de otras nacionalidades), vestidos con su toga y ribete de graduación, verbalizando una circunstancia académica llena de adversidades superadas.