La casa del Álamo

Abrazado a tu propia angustia, moriste sin contarme nada.

Al igual que la luna atrae al mar y sube la marea, el poder que guía a un corazón humano es incontrolable.

A medida que crezca, se parecerá más a ti. Igual que tú, a pesar de ser introvertida, será sensible al dolor ajeno y, por eso, buscará la soledad, pero no podrá evitar ayudar a los demás. Este es el tipo de persona que llegará ser. También su mal humor se agudizará con el tiempo. Cuanto más se asemeje a ti, con más ahínco te buscará. Todo esto, por supuesto, si continúa con vida.

Chiaki es clavada a ti. Me convencí al leer sus cartas. Ella no es como yo, que me conformo con salir del paso, sin reparar en lo que sucede a mi alrededor, siempre y cuando las cosas sigan su rumbo habitual.

«La vida de una persona se acaba cuando comienza a ser sucia. Es una señal de que pronto el mensajero de Buda puede venir a llevársela al cielo»

El álamo nunca se inmuta por no tener un lugar adonde ir. Se limita a estar ahí. Y yo también estoy aquí.

En mi interior, la soledad que sentía por no poder acceder a su silencio y su calidez por aliviarme ese vacío son inseparables.

«Dormir es lo más sencillo del mundo,

pero los necios humanos se levantan y trabajan».

no descartaba la posibilidad de marcharme cuanto antes, así que esa profesión me pareció perfecta. ¿Acaso ahora estoy siendo castigada por todo lo que he hecho mal?

La mejor descripción que podría hacer de mi madre durante aquella época era la de alguien que estaba preso de sus propias angustias.