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Безкоштовно
Alexandre Dumas

Los tres mosqueteros

  • Tvrgg15цитуєторік
    Pero una estocada es siempre una estocada, cualquiera que sea la edad de quien la da, y no hay por qué desconfiar menos de un niño que de cualquier otro; basta a veces un débil obstáculo para contrariar un gran designio.
  • Enya Almanzaцитуєторік
    Porque, decidme, ¿dónde encontráis un amor semejante al mío, un amor que ni el tiempo, ni la ausencia, ni la desesperación pueden apagar, un amor que se contenta con una cinta extraviada, con una mirada perdida, con una palabra escapada? Hace tres años, señora, que os vi por
  • Jorge Martinezцитує5 років тому
    Tras ello, contento por la forma en que se había conducido en Meung sin remordimientos por el pasado, confiando en el presente y lleno de esperanza en el porvenir, se acostó y se durmió con el sueño del valiente.
  • Daniel Lara Cidцитує6 років тому
    a responder; pero en el momento en que abría la boca, D'Artagnan, que lo había oído todo, se abalanzó hacia el umbral de la puerta.
  • Melisa Peцитує6 років тому
    se puede combatir la extrema precaución más que con el extremo descuido.
  • Melisa Peцитує6 років тому
    -En general, no se piden consejos - decía - más que para no seguirlos; o, si se siguen, es para tener a alguien a quien se puede reprochar el haberlos dado.
  • b1385467097цитує7 місяців тому
    Quien tiembla un segundo deja escapar quizá el cebo que precisamente durante ese segundo la fortuna le tendía.
  • Daelitesse Trnцитуєторік
    En ese tiempo los pánicos eran frecuentes, y pocos días pasaban sin que una aldea a otra registrara en sus archivos algún acontecimiento de ese género
  • Daelitesse Trnцитуєторік
    El descubrimiento de un manuscrito completamente desconocido, en una época en que la ciencia histórica es impulsada a tan alto grado, nos pareció casi milagroso. Por eso nos apresuramos a solicitar permiso para hacerlo imprimir con objeto de presentarnos un día con el bagaje de otros a la Academia de inscripciones y bellas letras, si es que no conseguimos, cosa muy probable, entrar en la Academia francesa con nuestro propio bagaje. Debemos decir que ese permiso nos fue graciosamente otorgado; lo que consignamos aquí para desmentir públicamente a los malévolos que pretenden que vivimos bajo un gobierno más bien poco dispuesto con los literatos.
    Ahora bien, lo que hoy ofrecemos a nuestros lectores es la primera parte de ese manuscrito, restituyéndole el título que le conviene, comprometiéndonos a publicar inmediatamente la segunda si, como estamos seguros, esta primera parte obtiene el éxito que merece.
    Mientras tanto, como el padrino es un segundo padre, invitamos al lector a echar la culpa de su placer o de su aburrimiento a nosotros y no al conde de La Fère.
    Sentado esto, pasemos a nuestra historia.
  • Enya Almanzaцитуєторік
    ¡Oh hermosa vida! Sí, somos jóvenes. Sí, aún tendremos días felices. ¡Óh, para ti, para ti, amor mío, mi sangre, mi vida, todo, todo, mi bella dueña!
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