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Jung Chang

Cisnes Salvajes

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  • Alejandra Arévaloцитує2 роки тому
    Pasé una infancia dura en una sociedad llena de injusticia. Me uní a los comunistas para fundar una sociedad más justa, y lo he intentado lo mejor que he sabido durante todos estos años. Sin embargo, ¿de qué le ha servido al pueblo? Y en cuanto a mí, ¿por qué he tenido que convertirme al final en la ruina de mi familia? Aquéllos que creen en la recompensa y el castigo afirman que un mal final significa que se tiene un peso en la conciencia, y yo he estado pensando mucho acerca de las cosas que he hecho en mi vida.
  • Alejandra Arévaloцитує2 роки тому
    Crecimos con rapidez. Entre nosotros no había rivalidades, rencillas o resentimientos. Carecíamos de los problemas —así como de los placeres— propios de nuestra edad. La Revolución Cultural destruyó la adolescencia normal de los jóvenes, con todos sus obstáculos, e hizo de nosotros personas adultas y prudentes antes de superar nuestra primera juventud.
  • Alejandra Arévaloцитує2 роки тому
    Mao reforzó su imagen divina rodeándose de misterio. Siempre aparecía como una figura remota y situada fuera del alcance de los humanos. Evitaba la radio, y entonces no existía televisión. A excepción de los miembros de su corte, pocas personas tenían contacto alguno con él. Incluso sus colegas de las altas esferas tan sólo le veían durante audiencias formales.
  • Breny Monzónцитує2 роки тому
    Al parecer, la revolución no había solucionado sus problemas. Por el contrario, había causado otros nuevos. Por primera vez, reflexionó vagamente acerca del hecho de que la revolución, en tanto que producto de los seres humanos, no podía sino verse obstaculizada por los fallos de éstos. Sin embargo, no se le ocurrió pensar que esa misma revolución hacía muy poco por resolver esos mismos problemas, ni tampoco que, de hecho, se sustentaba sobre algunos de ellos, acaso los más graves.
  • Alejandra Arévaloцитує2 роки тому
    Era costumbre de los comunistas no ejecutar a aquellos que rindieran sus armas, así como tratar bien a los prisioneros. Con ello lograban ganarse las simpatías de los soldados rasos, muchos de los cuales procedían de humildes familias campesinas. Los comunistas no mantenían campos de prisioneros.
  • Alejandra Arévaloцитує2 роки тому
    Durante varios días mi madre vio frente a su facultad a una mujer demacrada, harapienta y de aspecto desesperado que permanecía tendida sobre el suelo congelado. Junto a ella aguardaba una chiquilla de unos diez años de edad cuyos rasgos aparecían entumecidos por la miseria. Del cuello de su túnica surgía un palo sobre el que la madre había clavado un cartel escrito torpemente: «Se vende hija por diez kilos de arroz».
  • Cristinaцитує6 днів тому
    Era una piadosa budista, e incluía en sus oraciones diarias a Buda el ruego de que no la reencarnara en una mujer. «Permíteme que me convierta en un perro o un gato, pero no en una mujer», murmuraba constantemente mientras paseaba por la casa deshaciéndose en excusas a cada paso.
  • Cristinaцитує22 дні тому
    En ocasiones, alguna madre se apiadaba de su hija y retiraba las vendas; sin embargo, cuando la muchacha crecía y se veía obligada a soportar el desprecio de la familia de su esposo y la desaprobación de la sociedad, solía reprochar a su madre el haber sido demasiado débil.
  • Cristinaцитує22 дні тому
    Se suponía que la imagen de una mujer tambaleándose sobre sus pies vendados ejercía un efecto erótico sobre los hombres, debido en parte a que su vulnerabilidad producía un deseo de protección en el observador.
  • Cristinaцитує23 дні тому
    Al ser mujer y pertenecer a una familia en la que no existían intelectuales ni funcionarios, no fue bautizada con nombre alguno. Dado que era la segunda hija, era llamada simplemente «La muchacha número dos» (Er-ya-tou).
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