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Dulce Chacón

La Voz Dormida

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  • Danmgцитує21 годину тому
    Reme y Tomasa se emocionaron al verse libres, también ellas, por un momento. Libres, al verlas liberadas. Pero después, la libertad de sus compañeras aumentó el cautiverio al que regresaron cuando se dieron la vuelta y caminaron solas hacia el patio.

    Solas.

    —¿Tienes hambre?

    —Claro que tengo hambre, ¿cómo no voy a tener hambre, carajo
  • Danmgцитуєучора
    —¿Sabe por qué están escondidos? ¿Lo sabe usted? Pues si usted no lo sabe, yo se lo voy a decir. Porque la guerra se ha acabado, por mucho empeño que pongan ustedes, y aquí nadie tiene ganas de más guerra. Estamos más muertos que vivos. Estamos todos muertos. Y solos. Estamos solos. Se acabó. Y punto final. Nadie va a venir a rescatarnos. Nadie. Y ustedes se empeñan en decir «los nuestros», «los nuestros», como si fueran un mundo aparte. ¿Y los demás? Yo no quiero que me diga usted «los nuestros» nunca más. Yo no quiero que esos que se figuran que aprietan la verdad en el puño levantado me digan lo que tengo que hacer, que ésos no mandan en mi persona y lo que digan y lo que dejen de decir no me deja a mí ni fría ni caliente, que yo no ando al dictado de nadie. Yo soy de «los demás». Y los demás estamos cansados. Muy cansados. Muy cansados y muy hartos. ¿Se está enterando
  • Danmgцитуєучора
    —¿Sabe por qué están escondidos? ¿Lo sabe usted? Pues si usted no lo sabe, yo se lo voy a decir. Porque la guerra se ha acabado, por mucho empeño que pongan ustedes, y aquí nadie tiene ganas de más guerra. Estamos más muertos que vivos. Estamos todos muertos. Y solos. Estamos solos. Se acabó. Y punto final. Nadie va a venir a rescatarnos. Nadie. Y ustedes se empeñan en decir «los nuestros», «los nuestros», como si fueran un mundo aparte. ¿Y los demás? Yo no quiero que me diga usted «los nuestros» nunca más. Yo no quiero que esos que se figuran que aprietan la verdad en el puño levantado me digan lo que tengo que hacer, que ésos no mandan en mi persona y lo que digan y lo que dejen de decir no me deja a mí ni fría ni caliente, que yo no ando al dictado de nadie. Yo soy de «los demás». Y los demás estamos cansados. Muy cansados. Muy cansados y muy hartos. ¿Se está enterando
  • LADY BIRDцитує4 роки тому
    El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia. El miedo de las mujeres que compartían la costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. Y el miedo en sus ojos huidizos, para no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo también, en los ojos de sus familiares.

    Era día de visita.

    La mujer que iba a morir no sabía que iba a morir
  • LADY BIRDцитує4 роки тому
    Se pasaba gran parte del día escribiendo en un cuaderno azul. Llevaba el cabello largo, anudado en una trenza que le recorría la espalda, y estaba embarazada de ocho meses.

    Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había acostumbrado. Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones. Y tenía hambre, y frío, y le dolían las rodillas, pero no podía parar de reír.
  • LADY BIRDцитує4 роки тому
    La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca
  • LADY BIRDцитує4 роки тому
    A los que se vieron obligados a guardar silencio
  • b2453840522цитує7 років тому
    Quiero casarme.
    Pepita expondrá su caso. Su novio es ateo.
    —Pero yo creo en Dios.
    Ya les han negado una vez el sacramento de matrimonio. Su novio es una persona política y no va a renunciar a sus ideas, aunque consiente en casarse. Saldrá muy pronto de la prisión de Burgos. Se irán a Córdoba, donde Pepita conserva la casa de su padre.
  • b2453840522цитує7 років тому
    a cumplir cuarenta y dos años, Pepita. Se sitúa frente al espejo y observa las canas de sus siene
  • b2453840522цитує7 років тому
    el que antes se llamaba Paulino saldrá dejando en el penal sus últimos diecinueve años. Pepita correrá hacia él.
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