Este ejercicio, que está muy lejano de ser una teoría, me ha arrojado la siguiente conclusión: Querida lectora, no tengo el derecho de decirte cómo ni cuándo leer. Con el corazón roto a veces no puedes hacerlo, pero otras veces es lo único que haces porque necesitas urgentemente encontrarle palabras a lo que sientes, saber que alguien más lo ha sentido y que no estás sola en la oscuridad. Pasa lo mismo con el amor: no nos alcanza nuestro vocabulario para expresar la inmensidad que traemos adentro. Yo creo que es sólo suerte, alguien con mayor conocimiento matemático diría que es cuestión de probabilidad . Verónica tal vez haría un diagrama que lo conjuntara.