Nosotras Que Nos Queremos Tanto

intimidad para los hombres es la cama misma, no como para nosotras que es después de la cama, por lo tanto, mucho más larga.

¿Te imaginas, Ana, qué subversivo resultaría que las mujeres dejaran de desear a los hombres?

Cómo me aguanté tanto a mí misma, querrás decir, fue culpa mía. Es por eso que he cerrado el capítulo del matrimonio. Porque si me enamoro, pierdo toda dignidad. Porque soy un ser humano capaz de vivir lo que he vivido como opción. Me avergüenzo de la Sara de aquellos años, pues si me pasó lo que me pasó, fue porque yo lo permití.

Como mujer llena de amor que era, siempre había soñado con la maternidad y había postergado su sueño por el hombre al que había elegido

—Creo que mi obsesión por mi vida profesional y mi dedicación a ella es casi sospechosa. Hernán me ha dicho que es incluso poco femenina. Pero… es que me dan escalofríos las vidas de aquellas mujeres sin cuento propio, las que aceptaron que el amor fuese la única referencia.

Sara nació con la suerte de no considerar muy en serio la opinión de nadie frente a las decisiones tomadas por ella misma.

ar, reconozco en ellas todas esas manos de mujeres del sur, mujeres gruesas también, bondadosas, que no han conocido la pedantería ni la frialdad. Tampoco conocieron otras cosas buenas de la vida, pero a veces me pregunto si les haría falta.

Las pobrecitas habían llegado a pensar que ser estudioso era sinónimo de futuras irresponsabilidades.

Y cuando veo sus manos gruesas, tan fuertes, listas para acariciar y abra

pobrecitas habían llegado a pensar que ser estudioso era sinónimo de futuras irresponsabilidades.