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Emma Cline

Las chicas

  • andreaцитує6 років тому
    Gran parte del deseo, a esa edad, era un acto deliberado. Nos empeñábamos en difuminar los bordes toscos y decepcionantes de los chicos para darles la forma de alguien a quien pudiéramos amar
  • Andrea Zentenoцитуєторік
    Dejando que la conversación de ellos dos se fuera desvaneciendo en un ruido sin sentido mientras ella contemplaba la carretera, los huertos pasando, las ramas lanzando destellos con esos lazos plateados que ahuyentaban a los pájaros.
  • Roberto Garzaцитує3 роки тому
    Ahora estaba dispuesta a ocuparse de su propia vida con el entusiasmo de una colegiala frente a un problema de matemáticas complicado.
  • Karlaцитує5 років тому
    Había una dignidad demente en su resistencia: ninguna de ellas se echó a correr. Incluso al final, las chicas habían sido más fuertes que Russell
  • Karlaцитує5 років тому
    Yo se la devolví, pero era una sonrisa vacía. Y eso, indirectamente, pareció gustarle. Mi miedo
  • Leslie Guzmán Cortésцитує5 років тому
    se había transformado en una conciencia dolorosa de cada objeto que había en la casa, de cada detalle acerca de mis padres, como si fuese yo la responsable de todo ello.
  • Sara Trejosцитує6 років тому
    Esperaba que alguien me dijese qué había de bueno en mí. Más tarde me pregunté si sería por eso por lo que había muchas más mujeres que hombres en el rancho. Todo el tiempo que había dedicado a prepararme, esos artículos que enseñaban que la vida no era más que una sala de espera, hasta que alguien se fijara en ti... Los chicos habían dedicado ese tiempo a convertirse en ellos mismos.
  • michelle espinozaцитує6 років тому
    Me dejó desconcertada, y me recordó a aquellos chicos del colegio que se volvían más educados y funcionaban mejor cuando tomaban drogas. Fregaban obedientemente los platos de la cena en pleno colocón, fascinados por la magia psicodélica de la espuma.
  • Andrea Zentenoцитуєторік
    Esperaba que alguien me dijese qué había de bueno en mí
  • Aloцитуєторік
    Tenía al hombre casi encima. Las manos muertas y sudorosas. Por favor, pensé. Por favor. ¿A quién le hablaba? ¿Al hombre? ¿A Dios? A quien fuera que se encargara de esas cosas.
    Y de pronto lo tuve ya delante de mí.
    Ah, pensé. Ah. Porque era sólo un hombre normal, inofensivo
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