Londres después de ti

la gente viene aquí a perderse. No a encontrarse. En absoluto.

La memoria hace esas cosas, supongo. Adereza un poco los recuerdos para que nos apetezca revisitarlos una y otra vez.

«Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida».

Terminas por acostumbrarte a que tu nombre suene distinto según quién lo pronuncie.

Es un proceso irreversible. De repente, ese alguien destaca y, por muy anecdótico que te resulte, ya no volverás a mezclarlo entre el ruido y la gente porque siempre estará ahí,

Lo recuerdo perfecto.

La memoria hace esas cosas, supongo.

–Tú crees que soy un pequeño genio, o algo así.

–Creo que eres un friki.

–¡Un friki! –Abrió bastante los ojos–.

Creo que lo supe desde entonces, aunque después me lo negaría y lo ocultaría para no pensar en ello. Pero lo entendí: siempre sería la tercera parte del dúo.

Aquella noche fue la primera de muchas.

es bastante curioso que en esos momentos nuestras manos se vuelvan de repente una extremidad ridícula, que queramos esconderlas y que nos pesen. Si de normal, simplemente, están ahí.