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Claudio Magris

El secreto y no

  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    La revelación de todos los secretos, es cierto, puede parecer una profanación, como escribe Singer en un memorable fragmento: «Existen secretos que el corazón no puede revelar a los labios y terminan en la tumba. Los sauces los murmuran, los cuervos los graznan, las lápidas hablan de ellos silenciosamente, en el lenguaje de la piedra. Los muertos resurgirán un día, pero sus secretos permanecerán con el Omnipotente y Su Juicio hasta el final de todas las generaciones» (Taibele y su demonio).
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Hay una intimidad que debería ser inviolable, más aún en la época del nudismo psicológico y del registro universal de masas.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Se subraya particularmente cómo el sofisticado crecimiento tecnológico de los medios de comunicación permite violaciones de la elemental vida privada cada vez más inquietantes, en una espiral de comunicación global que se convierte en expropiación de la persona, voyerismo disfrazado de ciencia, de investigación social, de denuncia política, de chismorreo pseudocultural.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Existe un caso en el que la custodia del secreto se ha revelado particularmente eficaz. Hablo del secreto de confesión, el secreto que el confesor mantiene sobre los pecados que le han sido confesados. Evidentemente se trata de un valor considerado fundamental en la Iglesia católica, inculcado con tanta fuerza en las conciencias que se ha constituido como una de las normas más respetadas. Ha habido sacerdotes que han violado diversos mandamientos, pero poquísimos sacerdotes han revelado el secreto de confesión. Se trata, pues, de un principio considerado fundamental e inculcado con particular intensidad. Y, más allá del secreto de confesión, esto puede indicar el significado que tiene la custodia del secreto.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Hay también una complicidad amorosa en compartir un secreto, complicidad que se desvanece con su revelación. Pero, sobre todo, revelar un secreto sepultado durante años, introducirlo en un contexto nuevo, significa alterar no solo ese contexto sino también el propio secreto; entre los motivos que invitan a guardar el secreto hay también una especie de prescripción moral, por así decirlo; por ejemplo, la preocupación de arruinar, con la aparición de un hecho vil sucedido mucho tiempo antes, la vida de un hombre que, como suele decirse con una retórica a menudo insoportable, desde entonces ha cambiado y se ha convertido en otro.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Si fingir comunica lo falso, disimular puede ser un modo no de falsificar la verdad, sino de respetar su pudor. No abre cajones que podrían explotar de forma destructiva sino que deja que su potencial explosivo se desactive poco a poco, sin conducir al desastre precipitadamente. En especial, las relaciones de dos –y las de la convivencia amorosa por excelencia– necesitan tal vez, en los momentos de incomprensión y de desencuentro, una dosis no excesiva de disimulo más que los hirientes desahogos a los que nos ha acostumbrado mucha literatura sobre los conflictos conyugales, en los que la verdad anidada en el corazón –o, mejor dicho, ese rencoroso alejamiento que se cree definitivo y que en ocasiones, en cambio, es solo provisional– se distorsiona y se falsea en la declaración del resentimiento, quizá inconsistente pero, una vez esgrimido, ya irreparable.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Callar la verdad, el secreto, puede ser también generoso, si las personas que guardan secretos durante mucho tiempo no lo hacen solo para protegerse a sí mismas, sino para proteger a los otros, para conservar amistades o amores, para hacer sus vidas más tolerables o para aliviarles de la angustia. Más sencillamente –dice Marías–, «puede que simplemente no quieran incorporar al mundo la relación de un hecho que ojalá no hubiera ocurrido. No contarlo es borrarlo un poco, olvidarlo un poco, negarlo, no contar su historia puede ser un pequeño favor que hacen al mundo».
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    El escritor es un espía, de sí mismo o de otros, y tras su delación la existencia ya no vuelve a ser la misma. Se es responsable de lo que se escucha y se relata, porque los hechos –continúa Marías– existen solo si alguien los recuerda y los narra. Esto altera la existencia, ya que las consecuencias de cualquier gesto son incalculables: «Lo único seguro», se dice en la novela Mañana en la batalla piensa en mí, «sería no decir y no hacer nunca nada.» Ni escuchar. Escuchar es verdaderamente peligroso, significa saber, significa estar informado y estar al corriente,
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    Desvelar el secreto, sacarlo a la luz, también significa siempre deformarlo por el solo hecho de introducirlo en un contexto diverso, así como en el principio de incertidumbre de Heisenberg observar un fenómeno significa ya modificarlo, por lo que se llega a conocer no el pretendido (¿inexistente?) fenómeno en sí, sino el fenómeno conocido y observado.
  • Irasema Fernándezцитує9 місяців тому
    O, como dice Marías: «Contar deforma, contar los hechos deforma los hechos y los tergiversa y casi los niega, todo lo que se cuenta pasa a ser irreal y aproximativo aunque sea verídico, la verdad no depende de que las cosas fueran o sucedieran, sino de que permanezcan ocultas y se desconozcan y no se cuenten; en cuanto se relatan o se manifiestan o se muestran, aunque sea en lo que más real parece, en la televisión o el periódico, en lo que se llama la realidad o la vida o la vida real incluso, pasan a formar parte de la analogía y el símbolo y ya no son hechos, sino que se convierten en reconocimiento. La verdad nunca resplandece, como dice la fórmula, porque la única verdad es la que no se conoce ni se transmite, la que no se traduce a palabras ni a imágenes, la encubierta y no averiguada, y quizá por eso se cuenta tanto o se cuenta todo, para que nunca haya ocurrido nada, una vez que se cuenta.»
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