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C.S. Pacat

El juego del príncipe

  • Gissell Salamancaцитує4 роки тому
    —Porque una mujer ambiciosa siempre va a escoger al hombre más débil. Cuanto más débil es el hombre, más fácil resulta dominarlo.
  • metztlilunitaцитує2 роки тому
    —Pero empiezo a conocerte a ti.
  • Mindiestrawberryцитує2 роки тому
    A Damen le sorprendía sentirse así, como si cada latido fuese el primero y Laurent se hubiera transformado ante él.
  • Mindiestrawberryцитує2 роки тому
    En medio de todas las mentiras que había entre ellos, parecía que aquello era lo único verdadero.
  • gaytangomezpaulaцитує3 роки тому
    —Tú tampoco eres… como pensaba.
    Fue una confesión silenciosa. No había ningún sonido en la habitación, solo el resplandor vacilante de la llama de las velas.
    —¿Habéis pensado en ello?
    —Me besaste —contestó Laurent—. En las almenas. Pues claro que he pensado en ello.
    Damen no pudo evitar que el placer lo inundara.
    —Eso apenas fue un beso.
    —Duró bastante.
    —Y habéis estado pensando en ello.
    —¿Vas a insistir mucho con el tema?
    —Sí —dijo, y la cálida sonrisa también fue inevitable.
    Laurent guardó silencio mientras libraba una batalla interna. Damen respetó su quietud hasta que el vereciano se obligó a hablar.
    —Eras diferente —apuntó Laurent.
  • peechyariцитує3 місяці тому
    —Necesito que lideres a los hombres. Asume el mando de Jord. Es tuyo. Debería de haber sido tuyo desde el principio.
  • Elizabeth Acabalцитує4 місяці тому
    Laurent tenía veinte años y era el príncipe de un país rival, y, aunque sus naciones hubiesen sido aliadas, habría sido imposible.
    —Hasta mañana por la mañana —repitió Laurent
  • Elizabeth Acabalцитує4 місяці тому
    No te vayas —dijo Laurent en voz baja
  • Elizabeth Acabalцитує4 місяці тому
    Cómo osas hablar así de mi padre?».
  • Elizabeth Acabalцитує4 місяці тому
    Intentó tomar una bocanada de aire. Luego, dijo:
    —No.
    —¿Crees que Theomedes murió de una enfermedad natural? ¿Después de todas aquellas visitas de médicos que solo lo ponían más enfermo?
    —No —contestó Damen.
    Le retumbaba la cabeza y, al momento, su cuerpo empezó a palpitar; era imposible que la carne contuviese tales sacudidas. Y Laurent seguía hablando.
    —¿No sabías que fue Kastor? Pobre ignorante. Kastor mató al rey y, después, tomó la ciudad con las tropas de mi tío. Y todo lo que mi tío tuvo que hacer fue quedarse quieto y observar lo que pasaba
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