Trato de hacerle un nudo a la tela que sobra y Kenji me detiene.
—Vas a dañar mi camisa —se queja. Dejo caer las manos.
—¿Me diste tu ropa?
—Bueno, ¿qué esperabas? No es como si sólo tuviéramos vestidos de más tendidos por ahí. — Me lanza una mirada, como si debiera estar agradecida de que incluso esté compartiendo.
Bueno. Supongo que es mejor que estar por ahí desnuda.