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Книжки
Carl Chinn

Peaky Blinders

  • benitez420цитує8 місяців тому
    El problema del pitch-and-toss
  • alejandra burbanoцитує10 місяців тому
    captó la atención de los telespectadores con su primera escena: Tommy Shelby llega a la ciudad como si fuera un temido forajido del Oeste americano. Mujeres asustadas se apartan de su camino, los niños le lanzan miradas furtivas desde sus escondites y lo único que se oye son las pisadas de su caballo pura sangre. Sin nadie a su alrededor, el jinete se detiene. Sin embargo, no está en el Salvaje Oeste ni es un pistolero, sino un hombre poderoso en las calles del Birmingham industrial de 1919. Vestido de manera distintiva y elegante, con un traje de tres piezas y una camisa con el cuello almidonado, pero sin corbata, resulta una presencia imponente a la par que misteriosa; sensación que se intensifica gracias a la
  • b1443881277цитуєторік
    esta joven población era en su mayoría bulliciosa, estridente, menos respetuosa y más aficionada a los deportes violentos y a los entretenimientos ilegales.
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    pitch-and-toss
  • b1443881277цитуєторік
    Engañar, dentro de unos límites, a las autoridades o a las grandes compañías era aceptable, pero robar o causar sufrimiento a tus compañeros resultaba inadmisible. Por eso, existía la ley no escrita entre los niños que jugaban en la calle de que provocar daños a la propiedad de algún vecino debía compensarse. Si se rompía la ventana de alguna casa durante un juego, los participantes hacían una colecta y la ventana se sustituía de inmediato, pero si hacían añicos el cristal de una farola, detenían el juego en el momento y miraban a su alrededor para asegurarse de que nadie, sobre todo la policía, lo había visto. Nuestra relación con los agentes era tan amistosa como la de dos antagonistas, pues su trabajo era impedir que jugáramos al críquet y al fútbol en la calle y el nuestro era que no nos pillaran. Era casi como un juego en el que la justicia se impartía al momento con un buen tortazo detrás de la oreja.
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    «Pero cuando nos enfrentábamos, lo hacíamos siempre hasta el final y con los puños».
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    Alfred «Buck» Chinn
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    vivir allí era «muy pero que muy duro, porque siempre tenías que demostrar tu valía».
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    Fred Franklin tenía unos recuerdos similares: «Los críos se peleaban con puñeteros listones de madera y postes de los tendederos, entre otros objetos. Librábamos nuestras batallas, unas calles contra las otras».
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    De pequeños nos peleábamos con miembros de otras calles: Avenue Road, Chester Street, Holland Road, Rocky Lane… Oh, los de Whitehouse Street éramos los puñeteros gallitos del norte. Éramos Dougie Ayres, Jackie Hunt, Herbert Mortiboy, Bobby Steel, yo y otro puñado de chicos. La gente nos observaba mientras nos peleábamos a puñetazos. Sabían que no nos hacíamos daño. Cuando acababas en el suelo, no podías volver a la trifulca. Nunca vi ninguna patada. Si te tocaba pelear, lo hacías rodeado de un círculo de personas y los policías solo intervenían si alguien resultaba herido.17
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