La obra maestra del escritor cubano Emilio Bobadilla como narrador es A fuego lento. La primera parte de la novela transcurre en Ganga, inspirada en la ciudad colombiana de Barranquilla, donde Bobadilla vivió algunos meses en 1898.
El cuadro que traza A fuego lento es esperpéntico. Por entonces Barranquilla era un puerto principal de Colombia y era llamada “La Nueva York de Colombia”, “La Nueva Barcelona” o «La Nueva Alejandría”. Tenía varios cines, y las compañías de ópera italianas y de teatro españolas se presentaban allí. A ese lugar llega el doctor Eustaquio Baranda, un exiliado dominicano que ha estudiado medicina en París. El personaje atrae a las poderes locales, los mismos que después lo aborrecen despechados porque ha conquistado los favores de Alicia, deseada por uno de los prohombres lugareños.
Baranda se va a París con Alicia. Y allí se consume su vida en el apetito social de Alicia —exaltado por sus ambiciones y la influencia provinciana de los antiguos conocidos de Ganga—. Muere a pesar de la presencia balsámica de una francesa fina, culta, delicada y distinguida a la que el doctor Baranda renuncia por no tener el valor de separarse de Alicia.