Robert Abrams además, dejó de ser citado como experto defensor de la TEC en los juicios de demandas de pacientes contra profesionales que utilizaron dicha técnica cuando se descubrió que era propietario de una compañía de máquinas de shock546. Una de esas máquinas, irónicamente para nosotros, se llama «Thymatron» (Somatics Inc.). Pero su caso no es el único, son muchos los promotores de la TEC que tienen vínculos económicos con empresas que fabrican estas máquinas